miércoles, 11 de marzo de 2009

TURISMO

Naturaleza en estado puro y salvaje, de proporciones míticas; una urbe cosmopolita que se relaja en soleadas playas de aguas cristalinas. Un pueblo vital, dionisíaco, poseedor de tradiciones históricas y culturales únicas, creador de una deliciosa gastronomía marina, de un folclor cautivante, del carnaval más festivo y concurrido del mundo.

En fin. No es fácil sintetizar Brasil mediante ninguna clase de lenguaje humano. Lo cierto es que desde siglos Brasil ha simbolizado la huida hacia un paraíso tropical y ha alimentando la imaginación de Occidente.

En este territorio la naturaleza parece haber perdido el sentido de las proporciones, y se solaza, bravucona y traviesa, con acciones colosales de derroche creativo. El norte brasileño es atravesado por un río de proporciones legendarias, el Amazonas, cuyo caudal recorre 6,400 kilómetros antes de invadir con agua dulce el Océano Atlántico.

Brasil posee la floresta tropical más grande del mundo, cuyo sistema hidrográfico es formado por miles de ríos que representan la quinta parte del agua dulce del planeta.

El Pantanal de Mato Grosso, en el estado del mismo nombre, semeja un mar mediterráneo en plena jungla, pero en realidad es solo un área inundada por las lluvias, aunque de dimensiones superiores a varios países europeos juntos. Esta inmensa fuente de vida sostiene desde hace millones de años un ecosistema fabuloso que hace pensar en el paraíso terrenal.

Con unas dimensiones parecidas a los Estados Unidos de América (excluyendo Alaska), Brasil es un gran país que abarca casi la mitad del continente sudamericano y que comparte fronteras con la mayoría de las restantes naciones del continente, con excepción de Ecuador y Chile.

Casi no existe nada que este gran país no pueda ofrecer al turista, cualquiera sea en lo que esté pensando. Hermosas playas con arenas suaves y aguas apacibles y cristalinas; no por nada el nordeste el llamado también la "Costa Dorada de Brasil".

La región norte del país -formado por los estados de amazonas, Acre, Rondonia, Roraima, Amapá y Tocantins- está casi totalmente cubierta por la selva amazónica.

La región centro-este -Goiás, Mato Grosso y Mato Grosso do Sul- dispone de hoteles sofisticados o alojamientos en medio de la jungla y la más asombrosa diversidad biológica y un sol espléndido todo el año.

Sao Paulo y Río de Janeiro -en la región sureste del país, la más desarrollada y poblada del país- proponen una vida nocturna dinámica, un amplio abanico de opciones culturales, ciudades coloniales como Ouro Preto, que pertenecen al listado del patrimonio cultural de la humanidad.

Pese a su enorme población, existen aún grandes regiones de Brasil escasamente pobladas, especialmente en la región norte. En estos lugares existen extensas áreas reservada para las etnias originarias las cuales están protegidas por las leyes del país.

Tras cuarenta años de migraciones internas y crecimiento demográfico, Brasil es también un país urbano; más de dos de cada tres brasileños habitan en la ciudad. Sao Paulo es la segunda ciudad más poblada del planeta.

Los términos que se emplean para definir Brasil van desde las expresiones del "país con exuberante naturaleza", "el país más auténtico", "el país que ha padecido a lo largo de la historia la fiebre del oro, del caucho y del café", o bien como "el país de la Amazonía". Expresiones, todas ellas ciertas, pero, quizás, ninguna capaz de definirlo certeramente.

Es posible que Brasil sea uno de los últimos lugares de la Tierra donde nadie es extranjero. La sociedad de esclavos fue capaz de transformarse, absorbiendo una inmensa cantidad de inmigrantes y aun más fundiéndose con ellos.

Eso explica que muchos la denominen el "país del futuro". Desde la Colonia (1500-1822), pasando por el Imperio (1822 - 1889) y durante la República (1889 hasta hoy día), la apertura hacia el exterior es inherente a los brasileños.